Los espejos coleccionan nuestra autobiografía más verosímil.A pesar de lo elaborado de su formulación moderna, es fácil encontrarlas en boca de individuos de todo tipo, que hacen del refranero popular el pilar aforístico del existencialismo patrio.
La luz no cura la ceguera.Jose Luis Cuerda, del que ya sospechabamos aficionado a agro-surrealismo, sobrelleva este nuestro final de los tiempos con divertidas contestaciones espirituales. Sin pretensiones y se me antoja que con un uso terapéutico, recorre luces y sombras de su espíritu.
Resulta refrescante su lectura, en la que echo en falta un poco más de mala leche, que me consta que reparte en otro medios. Exabruptos, refranes, lamentos, poesías o proclamas nos dan pistas del laberinto Jose Luis Cuerda, que se parece en mucho a los laberintos en los que otros nos hemos perdido.
La terquedad inacabable de las cigarras asmaticas que se aserruchan a si mismas hasta su muerte seca.Es gratificante ver como otros autores más jóvenes, como Manuel Jabois o David Gistau, en sus columnas periodísticas, que son lo único que he leido de ellos, ya apuntan excelentes maneras que nos hacen pensar que el género seguirá vivo mucho más tiempo.
El arte redime a la realidad.Por lo demás, recomendar la excelente filmografía de Jose Luis Cuerda, en especial El Bosque Animado, Amanece que no es Poco o La Lengua de las Mariposas.
Y para ilustrar esta entrada, surrealismo de Garcia Lorca musicado por le maestro Enrique Morente.