A lo largo de prácticamente un siglo [1918-2013], el autor describe bajo un prisma no ya personal sino político su experiencia vital desde los orígenes de la lucha anti-apartheid hasta su elección como primer ministro, tras las primeras elecciones universales de Sudafrica.
¿Y qué significa relato político? Pues es esa sensación que te queda tras leer el texto: el autor persique unos fines no históricos sino morales.
En estos se mezclan tanto fines morales últimos, como la conciliación social de un pais destrozado por años de injusticia y opresión, como los fines de moral redentora a título personal que presenta la proyección interesada de su rol histórico.
Los primeros quedan patentes en la exclusión del relato, no solamente de la práctica totalidad de acciones terroristas del Mk, sino también de la gran mayoría de acciones militares y violentas del gobierno racista de Pretoria. El texto tiene un tono artificialmente bajo cuando describe estos episodios o el tiempo (28 años) y las penalidades que paso encarcelado; responde, supongo, a la necesidad de pasar página. No obstante, algunas partes, como los procesos de planificación de la lucha armada, quedan extraños o descontestualizados, con menciones como de pasada a episodios históricos decisivos; es casi hilarante el relato del viaje de Walter Sisulu a China para buscar armas y apoyo económico a la lucha armada.
Los segundos, en la evolución casual del personaje para situarse casi ininterrumpidamente no ya en el centro de la historía, sino en la única vía de solución. Y todo esto, como el que no quiere la cosa: así se convierte en portavoz y enlace de los presos, asi inicia las conversaciones de paz de espaldas al CNA y así defiende a los suyos. En este sentido, encuentro enormes similitudes con el texto Fuego y Cenizas, de Michael Ignatieff.
En cualquier caso, la labor del CNA y de activistas como Nelson Mandela terminaron cambiando la faz social de millones de peronas y contituyeron sin duda, la fuente e inspiración del cambio.
En fin, recomendable.