martes, 4 de mayo de 2021

The Anthropic Cosmological Principle

Enciclopédica referencia de importantes motivaciones filosóficas que ahonda en las raíces epistemológicas de la ciencia física. Escrita por John D. BarrowFrank J. Tipler, dos significativos representantes de la ciencia del siglo XX, se trata de un estudio profundo y exigente sobre el Principio Antrópico.
 
Dicho principio, que tiene distintas formulaciones ,se podría resumir diciendo que cualquier teoría científica de la realidad que nos rodea ha de ser compatible con la existencia del ser humano.

Capítulo I

El texto comienza con un capítulo introductorio que analiza las distintas formulaciones del Principio Antrópico, estableciéndose tres:
  • Principio Antrópico Débil (WAP): los valores observados de todas las constantes físicas y cosmológicas no son igualmente probables. Sus valores se encuentran restringidos por el requisito de que existan mundos donde la vida basada en la química del carbono pueda evolucionar y por el requisito de un universo suficientemente antiguo para que eso ya haya ocurrido.
  • Principio Antrópico Fuerte (SAP): el universo debe tener aquellas propiedades que permiten el desarrollo de la vida en algún momento de su historia.
  • Principio Antrópico Final (FAP): el análisis inteligente de información tiene que aparecer en el universo y una vez surgido, nunca desaparecerá.
 Estas formulaciones determinarán el contexto de estudio del Principio Antrópico a lo largo de todo el libro. 

Capitulo II

El capítulo segundo aborda el estudio del prinicpion Antrópico desde una perspectiva histórica, analizando el pensamiento de los principales filósofos de la historia y resaltando su postura sobre el tema.

Como no podía ser de otra forma, todo arranca con la Escuela de Mileto, o quizás sería mejor decir la Escuela Jonica, ya que fue Anaxágoras quien introduce el elemento ordenador νους (mente) que inicia el proceso creador con un primer y único impulso. 

A partir de este momento, las discusiones evolucionan para llegar a Aristóteles, que aunque de manera poco dogmática y con respeto a opiniones contrarias de sus antecesores, sentenciaría de manera bastante contundente la necesidad de un organismo rector. No obstante, en términos filosóficos la discusión no acabó aquí, y de hecho, Teofrasto, discípulo de Aristóteles ya dejó escrito que: "the natural science will only make sure and sound progress if it moderates its appeals to final causes". 

Y así, durante la época de la Grecia antigua, las posturas enfrentadas fueron sostenidas por una lado por la Escuela Epicúreaherederos de Demócrito y Leucipode principios atomistas materialistas, y radicalmente contrarios a la asunción de una entidad directora; y por otro por la Escuela Estoica, de sólidos principios teleológicos, en forma de Providencia, y respaldo absoluto al principio de Diseño del Argumento cosmológico.    

Desde un punto de vista más amplio, la temprana influencia filosófica de Aristóteles y la adopción algo más tarde de la filosofía aristotélica por parte de la combinación imperio romano / iglesia católica, mantuvo a la ciencia en un pozo por casi dos mil años, si tenemos en cuenta la persecución de Copérnico y Galileo, y casi dos mil quinientos, si tenemos en cuenta que fue Juan Pablo II quien finalmente se disculpo de la persecución a la que se sometió al segundo.  

La presentación de los distintos planteamientos continua hasta principios del siglo XX, en un sinnúmero interminable de autores y citas de las que se pueden destacar sin demasiada complejidad algunos detalles. Se podría decir que existen tres momentos claves. 

En primer lugar se encuentra la formalización que hicieron los escolásticos, de los que se destacan Santo Tomás de  Aquino y Alberto Magno (ambos dominicos) y la influencia recibida de Avicena, Averroes, Maimonides, que institucionalizaron la filosofía aristotélica para dotar de base filosófica al cristianismo. El texto curiosamente destaca los distancia relativa que representaban los Dominicos y los Franciscanos (Roger Bacon ere monje Franciscano), quedando estos últimos más cerca de los Epicúreos y materialistas, y que en mi opinión constituirían la inspiración de aquellos que dejaban las causas últimas dentro del campo de la metafísica.  

A continuación, se encontraría la propuesta mecanicista de Descartes, que respaldada por los éxitos científicos que iniciados por Newton se sucedieron durante los siglos XVII y XVIII; este éxito sin precedentes en la historia de la humanidad podría considerarse el origen de la divergencia surgida entre teleología y eutaxiología, quedando esta última para los que de nuevo aun aceptando la enorme complejidad de la naturaliza se negaban a reservar papel alguno a un fin último.

Por último, como espaldarazo a la concepción eutaxiológica, la Teoría de la Evolución de Darwin revolucionó no solo la ciencia, sino la sociedad entera, estableciendo tímidamente al principio, pero sin dudas según los resultados científicos se acumulaban, que el ser humano, es apenas un primate con alopecia corporal. Esto dejaría el planteamiento del diseño inteligente de rodillas ante el éxito sin precedentes de la ciencia durante el siglo XIX y comienzos del siglo XX. El estudio del Principio Antrópico en estos siglos, será objeto de los capítulos 4 y 5.

Pero antes de pasar a ellos, el capitulo segundo finaliza con una pequeña coda dedicada a el Principio Antrópico en la filosofía y las religiones no occidentales. En esta sección, adecuadamente motivada, pero como no podía ser de otra forma, insuficientemente desarrollada destacaría algunas partes. 

La revisión de las ideas de la ciencia y la cultura china relacionadas con la teleología se apoyan en una excelente referencia que no conocía, el Science and Civilisation in China de J. Needham, que en la actualidad se pueden encontrar en el Needham Research Center. Me ha resultado muy interesante como el fundamento Taoista, principalmente centrado en el orden de la naturaleza, y el Confucianismo, principalmente centrado en el orden de la sociedad humana, nunca consideró la existencia de una deidad suprema y no desarrolló el concepto de derecho natural, elementos ambos que introducen interesantes variaciones en la concepción de la razón última y la teleología.

Por último, de nuevo de una forma un tanto fragmentada, en esta última parte del capitulo segundo se reflexiona como el orden natural y un fin último podría surgir de la cooperación entre entidades colaboradoras/competidoras. Extraído del The Evolution of Cooperation de R. Axelrod, se analiza el escenario de un Dilema del Prisionero con evaluaciones recurrentes y cómo introduciendo cierta memoria sobre resultados pasados es posible evolucionar hacia un escenario de cooperación. Muy interesante.

Capitulo III

El capítulo tercero, donde se estudia lo relacionado con moderna teleología, comienza poniendo de manifiesto cómo los postulados teleológicos, al fracasar en el estudio de los seres vivos ante el éxito abrumador de la teoría de la evolución, fueron defenestrados a comienzos del siglo XX. Pero, y esto es lo interesante, durante el siglo XX recuperaron su importancia al conducir a predicciones correctas, de manera más certera o incluso abriendo nuevos campos de investigación, y todo en ello en ventaja frente a los métodos alternativos; resultando ser por tanto un marco de investigación válido en mas de una ocasión. 

Con el fin de acomodar este hecho, la existencia de fenómenos explicables bajo un análisis teleológico, se realizaron varios esfuerzos formales, introduciendo terminología nueva, principalmente por F.J. AyalaTeleología artificial, natural determinada y natural indeterminada. Esta última sería de aplicación al estudiar la evolución de sistemas en términos del resultado final, cuando este resultado final no es fruto de un desarrollo determinista. 

Esta última sentencia abre una nueva e interesante consideración al preguntarnos por qué. Y en este sentido discuten dos opciones: imposibilidad de conocer por limites operativos, aunque la mecánica cuántica establece aquí una barrera insalvable; y la complejidad de los sistemas, donde aparecen interesantes conexiones con la teoría económica de los mercados y las ideas de L. von Mises y Hayek, y la ecología y las ideas de Paul R. Ehrlich 

Al margen de los motivos, que serán objeto de estudios posteriores, de manera práctica se opto por ubicar la teleología dentro del campo de la biología, no en la meta última, sino como semilla de la evolución, en la causa inicial, apuntando a lo que sería el WAP, Principio Antrópico Débil. Los autores identifican a L. J. Henderson y su The Fitness of the Environment, reivindicados por George Wald casi 100 años después, como el autor que ya a comienzos del siglo XX identificó la características especiales del hidrógeno, oxigeno y carbon.
   
Como se vera, es sorprendente que los principios telelógicos hayan fracasado aplicados a la evolución de seres vivos y en cambio, haya sido fundamental aplicados a la cosmología. El resto del capítulo tres se dedica a recoger alguno de estos éxitos. El primero incluido es el Principio de Acción, y su formulaciones posteriores en forma de Ecuaciones de Euler-Lagrange y Hamiltoniano. Siguiendo un planteamiento teleológico R. Feynman obtuvo sus famosos Diagramas de Feynman, se avanzó en la estimación de la edad de la tierra.

Estas ideas, al marge de lo que cada uno de los protagonistas albergara en el fondo de su espíritu, se mostraron prácticas herramientas epistemológicas. En tanto en cuando ayudaron a desarrollar la ciencia no sufrieron, creo yo, problemas severos derivados del descubrimiento de la segunda ley de termodinámica y la muerte del universo. En línea con esto temas interesantes, el Idealismo Absoluto se presenta con ideas como la de un dios evolutivo o un universo cognitivo, que se desarrolla para constituir un ente consciente. La presentación de todo esto es una maraña densa, recogida en citas y referencias, que realmente hacen difícil su entendimiento.

El capítulo segundo termina con una revisión algunas teorías teleológicas, que resultan más complicadas de seguir. Destacar en este punto, lo que los autores llaman filósofos del progreso, Karl Marx y Herbert Spencer, contrapuestos en ideas. Si bien Marx pronostica la homogenización de la sociedad en lo que podriamos llamar una muerte intelectual de la maxima entropía (cualquiera puede hacer cualquier cosa), Spencer vaticina la evolución hacia la máxima heterogenización, especialización intelectual, que resulta en máximo beneficio para la sociedad a través de la colaboración inevitable. Habrá que revisar algunos de los textos referenciados como The Man versus the State o First Principles.

Capitulo IV

El tercer capítulo aborda la forma moderna del Principio Antrópico, que reconoce las sorprendentes relaciones entre constantes adimensionales que por ejemplo determinan el número de partículas del universo (~10^80), aproximado ya en el siglo III A. d. C. por Arquímedes, el ratio carga/fuerza gravitatorio del electrón (~10^40) o la constante de estructura fina (1/137) y cómo estas ideas podrían haber inspirado la estructura del átomo de N. Bohr. 

Algunos fueron más lejos e intentaron construir una teoría de la física a partir de estas relaciones, destacando A. Eddington y alguno de sus éxitos teleológicos. Importante: La Teoría Fundamental y otras de inspiración teleológica ciertamente conviven con conjeturas difícilmente probadas o considerables como científicas, pero, y esto de nuevo es lo importante, conducen a interesantes descubrimiento científicos, como por ejemplo la serendipia numerológia de la termodinámica de los agujeros negros

Lo interesante es que tras esta introducción de corte, digamos, exotérico, se pasa a evaluar la contribución de Dirac, denominada la Hipótesis de los Grandes Números, que postula la igualdad entre:
  • N1, el ratio entre la edad del universo
  • N2, el ratio entre la fuerza electromagnética y la fuerza gravitatoria del protón y el electrón.  
de lo que se concluyen ideas tan locas como que las constantes de la naturaleza dependen de la edad del universo (dependencia temporal), la luz cansada o la relatividad cinemática, donde los relojes establecen su cadencia en función de la física empleada en su mecanismo...  

*********** Work in Progress **********

En definitiva...

El texto cuenta con una bibliografía profusa y organizada a nivel de capítulo. Esto facilita la consulta y la hace más útil. No obstante, se trata de referencias principalmente científicas y libros bastante avanzados, por lo que uno no puede dejar de sentir cierto desánimo cuando piensa en la posibilidad de ahondar en el estudio de esta materia.

En fin, un libro fundamental para aquellos interesados en la ciencia, en la filosofía y que anden siempre a la búsqueda de nuevas areas de conocimiento.



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