Habiendo leído antes sus últimas referencias, esta nueva lectura reafirma mi opinión: me resulta un regodeo intelectual en ideas que, si bien son muy interesantes, agotan la narrativa a lo largo del texto, alimentando la sensación: "De acuerdo, pero ¿qué es lo siguiente?".
Sin embargo, merece la pena continuar la lectura, ya que a lo largo del texto, el autor reparte oprobios y glorias a profesionales, filósofos y científicos, lo que se convierte en una suerte de improvisada lista de referencias a comprobar. Y tanto para los premiados como para los sancionados, merece la pena.
Por si esto fuese poco, manifiesta su fascinación con Kahneman y Karl Popper, al que, igual que yo, conoció tras quedar fascinado con la lectura de las primeras páginas de la Sociedad Abierta y Sus Enemigos (tengo pendiente escribir su entrada demasiado tiempo ya). Por si hubiese alguna duda Hegel y Derrida, el materialismo histórico y el deconstructivismo filosófico salen mal parados.
Mas allá de estas simpatías, el texto resulta confuso y alienta a pensar que esta mal organizado. Pero el carácter macarra del autor y sus gustos intelectuales lo convierten en una referencia obligada. ¡Si hasta le gustan Los Soprano!