Y las sombras se espigaron
cubriendo de cipreses
las orillas del camino
que condujo hasta los muros,
bajos del cementerio
incontenible en años de pena
ahíto de rostros sombríos,
de idas y venidas
viudas de anhelo
Y el viento no ceja, bramando a las sombras
que siguen subiendo,
espigadas de cipreses,
hasta los muros de los sueños.
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