La revisión del texto ha de hacerse bajo una perspectiva centrada en el contexto histórico donde se produjo, y no en el de las decenas de millones de muertos que resultaron o el sufrimiento al que se han sometido a muchos millones más, durante generaciones, todos ellas víctimas del comunismo y el socialismo, en su evolución como herederos intelectuales de Marx y Engels.
Y así, por poner un ejemplo, en correspondencia con la religión, no sería conveniente analizar el Nuevo Testamento a la luz de la organización corrupta y depravada en la que pronto se convirtió la Iglesia Católica, responsable también sin duda de millones de muertos y que en su versión moderna coquetea aún con prácticas poco bienaventuradas.
Sobre esto, ni que decir tiene, lo interesante que sería contar con la opinión de Jesucristo acerca de en lo que se ha convertido su piedra o conocer el análisis que del materialismo histórico (práctico) nos harían Engles y Marx y el impacto que habrían de tener sus opiniones hoy en día, teniendo en cuenta que el comunismo y el socialismo, a diferencia del nazismo, son los únicos totalitarismos que aun cuentan con un enorme respaldo social.
Desde un punto de vista personal, dada mi incapacidad para la fe y el dogma, estoy absolutamente inhabilitado, a falta de alguna experiencia vital que me transforme, para la religión y el comunismo. Siempre he encontrado enormes similitudes en ambos placebos espirituales; por cierto, en mi última lectura, en uno de los capítulos que dedica Beltran Russel a los padres de la iglesia en su Historia de la Filosofía Occidental, encontré una interesante correspondencia entre ambas y que incluyo aquí por su pertinencia:
- Jehová: Materialismo dialéctico
- El Mesías: Marx
- Los elegidos: El proletariado
- La Iglesia: El partido comunista
- El segundo advenimiento: La revolución
- El infierno: El castigo de los capitalistas
- El milenio: El Estado comunista
Otro detalle histórico interesante es cómo el texto, censurado en Alemania hasta 1872, se convirtió en legal cuando se leyó, supongo que como prueba acusatoria, durante el juicio por traición a Wilhelm Liebknecht y August Bebel, principales responsables del movimiento obrero socialista alemán.
El Manifiesto Comunista comienza con un capítulo dedicado a la burguesía y el proletariado y he de reconocer que ha sorprendido enormemente. Por un lado, el texto me resulta una caricatura simplista de la sociedad, carente de cualquier valoración cualitativa de la situación descrita, incluso para el tiempo en el que fue escrito; a pesar de esto, ha contribuido al desarrollo y mejora social, lo cual refuerza su elemento litúrgico.
Además, el texto introduce dos clases, sin obviamente definirlas; esto explicaría porque, bendecidos dentro de la lucha de clases, individuos humildes de todo tipo han sido objeto de purgas masivas o porqué burócratas, corruptos o popes del partido, han sido más animales que otros, salvados de la igualdad. Aunque yo ya conocía su carácter no práctico, ciertamente esperaba algo mas elaborado.
Por otro lado, es sorprendente como los discursos actuales de los herederos intelectuales del movimiento iniciado hace mas de 150 años atrás, no han cambiado lo mas mínimo. Descubro en el texto el mismo rechazo al progreso, la tecnología y la globalización o el anhelo violento de un futuro distinto. Pensaréis que soy un exagerado, pero encuentro enormes similitudes de todo esto con el milenarismo y William Miller.
En fin, interesante referencia, pero sigo sin fortuna, en mi busqueda de guía para el desarrollo económico y social que nuestra sociedad necesita para enfrentarse a los retos inmediatos.