Se trata de una de las primeras obras en prosa de Álvaro Cunqueiro, tras una serie de poemarios de, digamos, juventud y escrita inicialmente en gallego. En mi caso he leído la versión en español, en la edición publicada por El Pais, y que compré de segunda mano hace ya algún tiempo.
Siempre había asociado a Alvaro Cunqueiro con otro de mis preferidos, el también gallego, Wenceslao Fernández Flórez. En ambos encuentro similitudes aportando épica al mundo rural gallego, el primero, con una vertiente más fantástica, y el segundo, más costumbrista.
Esto los conecta en mi opinión con el realismo mágico, que expresa lo que en otro caso podrían ser costumbres de difícil comprensión, recuerdos anclados en la noche de los tiempos y vivencias traumáticas o tamizadas a través del filtro de la infancia, con recursos traídos del imaginario místico, elementos de la naturaleza o fantásticos.
Otra grata sorpresa es la presteza con la que el autor redacta una prosa cuidadosa y rica, con numerosas referencias y modos medievales, pero actualizados al siglo XX. El resultado es francamente grato, que contrapuesto a el último intento de leer algo en español (no me quito de la cabeza "el año en Bruselas follando y comiendo Doritos"), aparece como un aire fresco, divertido, y apetecible.
De hecho, según leía, no podía evitar pensar que este texto, llevado más a la parte fantástica sin duda podría haber sido un Hobbit gallego o derivado a la parte costumbrista y jocosa unos Papeles Póstumos del Club Pickwick.
En fin, en cualquier caso, altamente recomendable. Y para ponerle música, este mix con Depedro, sin duda nuestro Calexico patrio, y Luz Casal, una de las mejores voces femeninas en España.