Sorprendente descubrimiento, de irreverencia contemporánea y que aborda la sátira de personajes políticos centrando sus esfuerzos en (la mayor parte de las veces) el escarnio sexual, y convirtiendo su naturaleza en el verdadero espejo del alma. Quién sabe.
Junto con las adulaciones, que también las hay, el texto nos descubre a un escritor cochinete, con parafilias diversas, incluyendo la intelectual entre ellas, ya que su más húmedos deseos los reserva para algunas de las mentes más brillantes del panorama actual.
El autor cubano, hecho que se mostrará relevante por una deliciosa coincidencia, exhibe una prosa faltona para mentes ilustradas, por lo que si sus maledicencias acerca del nivel intelectual de sus víctimas son ciertas, corre el riesgo de no haber ofendido a ninguna de ellas.
El texto resulta resulta refrescante, aunque sea arriesgado decirlo en tiempos de McCartismo. Yo le encuentro una estrecha conexión con algunas de las historias que leía en El Víbora, hasta el punto pensar que una versión comic de la obra sería sin duda un éxito.
Como ya mencioné antes, Juan Abreu es cubano y ha escrito sobre Reinaldo Arenas, al que menciona a lo largo de la obra. Además de esto, el origen del escritor se hace evidente una innumerable retahíla de expresiones y referencias a Cuba.
En fin, recomendable.
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