Francisco, Paco, Umbral siempre fue para mí un excelente columnista periodístico, del que no había leído ninguna de sus obras literarias. Con frecuencia había oido sobre Mortal y Rosa maravillas y recomendaciones, y finalmente me decidí a lograrme un ejemplar y abordar su lectura.
Se trata de una obra con una estructura interesante, compuesta de pequeños fragmentos, en los que, con una prosa poética, el autor recoge vivencias, plasma ideas, se abren paso sentimientos, todo ello haciendo uso de sentencias breves, versos que se conectan en párrafos agrestes. Un texto de exigencia lectora.
Trasluce un proceso creativo, en el que me parece ver un escritor en sus cuarenta (un hombre del Metro) y aún abriéndose camino, más ingenuo, aun en desarrollo, que disciplinado, volcando con dedicación laboral mas que creativa, la producción requerida cada jornada.
En medio de esa cadencia productiva, ese trasunto de un día al siguiente, la obra se ensombrece con lo irremediable, lo inevitable de la tragedia. En un español rico y sofisticado, con recursos poéticos, el autor va perfilando detalles sobre su persona, en un sentido más físico que intelectual, su esencia sexual, que se presiente adultera, ¿culpable? e irremediable, y así con otros detalles que podrían considerarse casi costumbristas.
Como de pasada, bien avanzado el libro, se encuentran pasajes conectados con su hijo. Si uno no supiera las razones, el contexto en el que escribió el libro, podría incluso no percibir el hecho fundamental de este periodo vital del autor como fue de la muerte del niño. Una vez conocido, todo tiene mucho más sentido: las palabras como refugio, el relato fragmentado, distraído, obnubilado...
El autor encuentra la palabra, la frase que nos transporta a lo que debe ser el Madrid de los 70, pero a diferencia de otros, digamos que Ferslosio con Jarama, con un foco en lo íntimo, en lo individual, ¿en lo canalla?
La misma efectividad lograda en la descripción de lo cotidiano, se consigue en esa literatura litúrgica, aunque parece que no sanadora ni redentora. El resultado se puede ver como el proyecto de libro destruido por la muerte, el autor desbaratado por sentimiento descontrolados.
Y así, todo en conjunto, se trata de una obra sublime, posiblemente no intencionada, pero única para entender lo humano, las mil caras de la desdicha. Se me antoja necesario destacar otra sensación tras la lectura y es el tratamiento del tiempo.
Carente de referencias temporales, poblados los momentos de recursos descriptivos, incluyendo subidas y bajadas por escaleras que parecen la historia de la humanidad, la narración parece transcurrir en slow-motion, a veces, otras, el tiempo parece detenido en el universo del autor, mientras que en su entorno, pasan las horas y la tarde da paso a la noche, mientras la nubes raudas atraviesan los cielos.
Quizás pueda resultar extraño, pero trasmite una sensación muy cinematográfica. Muy de José Luis Garci, muy de novela gráfica de Robert Crumb y llegando a la pirueta excesiva, podríamos decir que muy Charles Bukowski, patrio eso si.
Nueva entrega de la serie "lecturas para antes de dormir", esta vez de la mano de la aclamada autora de libros de magia y literatura fantástica, J.K. Rowling.
En esta ocasión, la autora deja a un lado el mundo mágico de Harry Potter, origen de su éxito literario, para centrarse en un estilo que bien podría llamarse "Cuento de Navidad". Y así cuál Mr Scrooge juvenil, el personaje del cuento, víctima de su ira y, justo es decirlo, la de algún otro personaje secundario, se adentra en un mundo que le ayudará a afrontar su actos y a pasar página.
Al igual que en la versión de Charles Dickens, las aventuras transcurren en un mundo que bien pudiera ser onírico, y que en esta ocasión encuentra su desenlace en la noche de Navidad. Sin entrar más en detalles sobre la trama, el libro tiene una serie de ventajas incuestionables como libro de lectura para niños. Los capítulos son cortos, la fuente grande y la edición incluye unas estupendas ilustraciones que ayudan a imaginar la historia.
Desde mi punto de vista, como adulto lector, la historia tiene algunas peculiaridades. Antes de consolidarse, la intención, el fondo del co protagonista parece oscilar entre la benevolencia y la malevolencia. Después, los nombre que se asignan a parajes y personajes parecen sufrir con la traducción. Es más, algunos pasajes que incluyen algunos versos quedan raros.
Ni qué decir, que nada de esto es apreciable por la audiencia infantil, para la que, si nos atenemos a mi experiencia, el texto es una absoluta maravilla. Tanto fue así, que llego un punto en que mi hija continuaba leyendo más allá de la ración asignada y esto, teniendo en cuenta que la ración durante la Navidad ha sido generosa, dice mucho del libro.
Así pues, una estupenda obra para niños.
Y para poner música, recuperamos un tema ciertamente fantástico....
Cuidada edición, a manos de la Editorial Siruela, de una de las referencias más populares del suizo Robert Walser. El autor recobra notoriedad por la reciente edición en castellano de sus Bleistiftgebiet o microgramas, que completa su aura de autor ¿maldito?, que acabó sus días en un sanatorio mental.
Pero lo cierto es que más allá de esta peculiar obra, Robert Walser es autor de un conjunto de obras destacadas como El Paseo o Berlin y el Artista. En el caso particular de El Paseo, el escritor nos relata una de sus caminatas rutinarias, siguiendo un estilo que me resulta confuso.
Por un lado, el texto recoge detalles propios del entorno y la naturaleza que envuelve el divagar sin rumbo del autor, con menciones cercanas al costumbrismo.
Pero a la misma vez, el autor incluye algunos de las reflexiones que le asaltan durante su paseo. Y estas últimas, parecen apuntar a la fragilidad mental que finalmente condujo a su confinamiento.
Y es que, a lo largo de una jornada itinerante, Robert Walser ajusta cuentas casi con todo el mundo, saltando de amargas quejas y reproches a almibarados comentarios de halago, educados hasta el extremo y todo esto sin solución de continuación.
Por lo que a mí respecta, la parte costumbrista es agradable y nos retrotrae a otros tiempos, mientras que los oprobios me parecen fuera de contexto.
En cualquier caso, como experiencia literaria, resulta interesante, aunque a ciencia cierta, no para todos los públicos.
Mis lecturas dentro de la categoría de fantasía y ciencia ficción son limitadas. Solo atiendo referencias de algunos amigos o recomendaciones que encuentro en prensa. Gracias a una de estas, me adentré en la lectura de Elantris, referencia clásica de la literatura fantástica.
Lo cierto es que, ya sea porque voy recuperando interés en la lectura en general, por tratarse de la versión en español, por la calidad de la obra, o mas probablemente por una combinación de todos estos factores, me leí Elantris en los cuatro últimos días de 2021.
La edición, que corresponde con la definitiva del autor Brandon Sanderson, la compré en mi último viaje a Madrid, junto con algunas otros títulos como Tuf Voyaging o Dying of the Light, ambas del celebrado George R. R. Martin. Así que es posible que en breve otras reseñas en este blog se ocupen de ellas.
Volviendo a la obra, me ha resultado interesante, aunque quizás no por los motivos obvios. En primer lugar, el texto realiza un disección psicológica de los principales personajes, resaltando las relaciones políticas de la clase dominante, el liderazgo capaz de reconstruir la grandeza y las ambiciones de la lucha por el poder. Y todo esto, en un contexto dinámico que aporta realismo a los personajes, aunque en justicia, en una ventana de tiempo poco realista para cambios de la magnitud resaltada.
Esto se cocina a fuego lento durante los primeros dos tercios de la obra, enganchando al lector mientras se enhebra la trama, organizada en tres líneas diferentes, que confluirán llegado un punto. Esta primera parte de la obra es, a mi parecer, la mejor. Lo que es un tanto decepcionante es el batiburillo final, que sin llegar a decepcionar, hacer pensar sobre la dinámica creativa y la economía de la producción literaria.
Por un lado, comenzando con la economía de la literatura, parece como si el autor súbitamente, se diese cuenta de que "se le pasa el arroz" y ¡tachan!, en una serie de sucesos ciertamente suficientemente conectados, se produce un desenlace listo para sacar del horno y publicarlo.
Y, creedme, mientras leía, no podía dejar de pensar en George R. R. Martin, que no admite presiones de nadie y ahí lo tenéis aun trabajando en su A Song of Ice and Fire.
Por otro, en ese último tercio final, el autor introduce una serie de líneas narrativas que bien podrían haber dado para unos cuantos volúmenes y que sin embargo, apenas son utilizados para introducir, matar o resucitar a personajes y llevarles a empujones a un final predecible desde bastantes capítulos antes del final. Que duda cabe, el lector se podría sentir maltratado, y reclamar con justicia un poco más de cariño.
Finalmente, otro aspecto que he encontrado destacable es lo poco que se ha explotado el aspecto fantástico de la obra, pasando muy por encima, a mi parecer, con los elementos fantásticos. Estos adecuadamente explotados podría haber dado mucho juego, ni que decir tiene, obras derivadas.
En cualquier caso, se trata de una obra ciertamente recomendable, entretenida y a recordar. Creo que puede servir sin duda para la iniciación de la muchachada o incluso para versiones cinematográficas o novela gráfica (por cierto, no he comprobado si existen).