domingo, 17 de julio de 2022

La Marcha Radetzky, de Joseph Roth

 El hijo callaba. 
Pero el padre le oía callar.

Según se acumulan los años, creo que a todos nos resulta familiar esa sensación de anhelo, el vigor que adquieren los sentimientos que rememoran nuestra vida pasada. Y así, de manera inapreciable, los recuerdos de nuestra infancia adquieren una vívida relevancia, tomando por asalto nuestros pensamientos actuales.

Aunque numerosas obras han rememorado estas vivencias, creo que existe un elevado consenso sobre cómo el fin del mundo que fue desembocó en la primera de las grandes atrocidades del siglo XX: la Primera Guerra Mundial. 

La Marcha Radetzky presenta una historia, que arrancando el la Guerra Franco Prusiana y finalizando a mitad de la Primera Guerra Mundial, parece señalar que por primera vez en la historia, el salto fue tan grande, que el paso de una generación a la otra se completo con la aniquilación de la nueva generación, o al menos 20 millones de ellos, y el olvido de la antigua. El desconcierto fue tan grande, que tan solo unos 20 años mas tarde, se reanudó la destrucción, esta última vez con más efectividad mortal. 

El texto recorre de manera desafectada el fin de una época, el desmoronamiento del Imperio Austro-Hungaro, en pequeños pasos, degradado en pequeñas historias cotidianas, arrastradas o arrastrando, lenta pero inexorablemente, los sucesos históricos. Y lo hace con una prosa cuidada, poética en ocasiones y pareciendo reflejar en momentos la propia bajada a los infiernos del propio autor.

Ha sido toda una revelación, en especial, después de leer algunas obras de descuidada prosa contemporánea. Me ha permitido volver a valorar la novela del siglo XX a mitad de camino entre el realismo y John Fante.

Altamente recomendable.






domingo, 3 de julio de 2022

Tomek. El Rio al Revés, de Jean-Claude Mourlevat

Nueva revisión de la serie "Libros para antes de dormir", que vengo leyendo a mi hija, en una tradición que se ha convertido ya en todo un ritual familiar. De hecho, durante las últimas semanas me tocó viajar por unos días y con la ayuda de mi esposa y mis otros hijos, se mantuvo el rito.

En esta ocasión recuperé uno de esos títulos que andan por mi librería y que llamó mi atención por su cuidada edición, tipografía adecuada para niños y una longitud de capítulo que permite su lectura completa en unos 10 minutos. 

Efectivamente, el libro incluye un conjunto de ilustraciones realmente cuidadas con las que se abren cada uno de los capítulos, y que completan una experiencia estupenda.

Además, la historia es fascinante. Por un lado, el autor elabora una fantasía propia, no excesivamente compleja, pero con encanto casi cinematográfico, que da cabida a unos personajes con cierta madurez, donde el lector se puede adentrar en cierta sofisticación de la edad adulta.

De hecho, no solo he encontrado el libro interesante para leer a mi hija, sino que también me ha resultado muy interesante a mi. La literatura para niños tiene su encanto.

En definitiva, muy interesante y recomendable.





El mapa y el territorio, de Michel Houellebecq

Después de un tiempo sin leer novela, me decidí a leer a Houellebecq.  Recuerdo haber leído a Houellebecq cuando estaba en la universidad y la sensación confusa que me dejo, aunque para hacer justicia, debo decir que no recuerdo nada más: ni titulo, ni historia... nada. 

En esta ocasión, también me resultó confuso. El texto se desarrolla en una única secuencia que parece explorar tramas alternativas: pictórica creativa, paterno filial, chica busca chico, el azaroso mundo del negocio del arte, joven promesa del arte busca estrella decrépita, misterioso crimen (la parte más sorprendente) o el desvanecimiento vital.

Entiendo que el autor siempre puede alegar que se trata de un proceso creativo con resultado literario incuestionable; otros podrían elucubrar que el proceso alimenta la industria literaria, que los plazos con el editor apremian, que una vez alcanzado cierto éxito el lector se alimentará de cualquier deposición que el escritor produzca o la más interesante, que se trata de una provocación con réditos que justifican de sobra el intento.

Y si, el resultado es confuso porque no deja de ser interesante, habiéndome mantenido durante algunos ratos honestamente pegado al libro y solo las piruetas argumentales hacían más difícil el retorno.

Creo que continuaré con Las Particular Elementales....